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En Memoria de Alfredo Corvalán (10 Ago 1935 – 24 Jul 2023)

El infierno tan temido

Posted on May 28, 2015

La Nacion – Publicado 28/05/2015

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Gastos en el local de strip tease Scores, de Manhattan, alquiler de 18.000 dólares mensuales en la Torre Trump, más propiedades en Miami y Bahamas, y cenas en varios de los mejores restaurantes del mundo. Charles Gordon Blazer, secretario general de la Concacaf, también publicaba en su blog fotos con Bill y Hillary Clinton, el Papa Juan Pablo II, Desmond Tutu y Gordon Brown, además de su cena con Michel Platini en Le Charlot de Nueva York tomando Château Figeac, un rico St. Emilion de la región francesa de Burdeos, su vino favorito. Lord David Triesman lo invitó al Oak Room, en el Hotel Plaza, del Central Park, para hablarle de las bondades de Inglaterra como sede potencial del Mundial 2018. Y Rusia, ganadora de la votación, lo llevó a L’Atelier, del Four Seasons. Aunque la mejor noche fue tal vez en el Bayerisher Hof, de Munich, en pleno Mundial 2006, con Massetto Ornellaia, vino de la Toscana italiana, y cantándole el feliz cumpleaños a Joao Havelange. Más de 20 millones de dólares de comisiones y sobornos en cuentas en Caimán y Bahamas y más de 30 millones que la Concacaf depositó entre 2004 y 2011 en su exclusiva tarjeta negra de American Express. Hasta que el FBI y el IRS (impuestos) golpearon a su puerta. Blazer contó todo. Llegó a esconderse micrófonos en sus ropas durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012 para grabar a sus viejos compinches.

Así, Estados Unidos, el país que llama soccer al fútbol, robusteció su fama de policía del mundo y llegó ayer a la propia casa de la FIFA . Al Baur au Lauc, un hotel cinco estrellas en el corazón de Zurich, con vista al lago y a los Alpes, y cuyos empleados -eran las 6 de la mañana- limpiaban aún el salón que celebró la noche previa una boda y luego buscaron cubrir con sábanas la salida de Eduardo Li, presidente de la Federación de Costa Rica, uno de los siete dirigentes arrestados. Li planeaba celebrar mañana su ingreso al poderoso Comité Ejecutivo de la FIFA, una nueva elección más para Joseph Blatter , ahora él también bajo peligro. Si Blatter no aplaza la elección tras el escándalo de ayer, Europa, que impulsaba democratizar la FIFA con un príncipe jordano criado en un régimen monárquico, amenaza ahora con boicotear todo.

El mundo de lealtades y traiciones que Blatter edificó durante sus 17 años de presidente FIFA comenzó a desmoronarse también cuando el FBI, acaso gracias al soplido de Blazer, detuvo en el aeropuerto de Miami a Daryan Warner, con una valija con cientos de miles de dólares sin declarar. El FBI sumó un arrepentido más. El hijo de Jack Warner, jefe de Blazer y presidente durante 21 años de la Concacaf, acaso el dirigente más corrupto en la historia del fútbol mundial, que se adueñó de derechos de TV, comisiones, coimas y sobornos de todos los colores, se quedó hasta con el premio que recibieron los jugadores de la selección de Nueva Zelanda por su participación en el Mundial de Alemania 2006. Jack y Chuck fueron socios en casi todo, hasta que Warner, protegido eterno de Blatter, se pasó al bando contrario para las elecciones en la FIFA de 2011. Comandó un soborno de 40.000 dólares para comprar cada uno de los 35 votos de la Concacaf a favor del qatarí Mohamed Bin Hamman. Blazer lo filmó y lo denunció ante la FIFA. Fue el comienzo del fin en la Concacaf. El comienzo del fin, tal vez, para el propio Blatter.

Así como están Estados Unidos y México, la Concacaf (Confederación de Norte, Centroamérica y Caribe) tiene también a países y territorios más pequeños como, entre otros, Anguila, Antigua y Barbuda, Aruba, Barbados, Bélice, Curazao, Dominica, Granada, Montserrat, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas e Islas Caimán. De este último llegó Jeffrey Webb, el reputado banquero que, según decían los informes, contrató auditorías externas, creó una Comisión Etica y limpió la corrupción de la era Warner-Blazer. La FIFA, a través del programa Goal, de desarrollo para las Federaciones más pobres, le giró algo más de 2,4 millones de dólares. Caimán, sin embargo, sigue sin construir una cancha o un gimnasio. Y Webb, a quien algunos señalaban inclusive como eventual sucesor de Blatter en 2019, fue uno de los siete dirigentes arrestados ayer en el Baur au Lac. Está acusado de haber desviado dinero de la FIFA hasta para construir una piscina en su casa. Y de pedir una comisión de 3 millones de dólares a Traffic, filial Estados Unidos, para la venta de los derechos de TV de los Mundiales de 2018 y 2022. Su predecesor, Warner, que anoche también se entregó ante las autoridades en Trinidad y Tobago, pagaba a la FIFA el precio simbólico de un dólar para quedarse luego con la reventa de los derechos de TV en la zona Concacaf, donde lideraba también la venta de paquetes a los Mundiales a través de su propia agencia de turismo. Lo denunció Michel Zen-Ruffinen, que era secretario general en 2002 y lideró una demanda, luego retirada, de once miembros del Comité Ejecutivo en contra de Blatter. Aquel fue también un gran escándalo previo a una votación en la FIFA. Blatter derrotó al camerunés Issa Hayatou, candidato europeo en 2002, y capeó el temporal. Esta nueva denuncia, trece años después, está lejos de ser retirada. Es apenas el inicio, advirtió ayer Loretta Lynch, fiscal general de Estados Unidos.

La inclusión en la lista de catorce imputados de tres ejecutivos de TV argentinos, más un brasileño, es un golpe para Sudamérica aún más fuerte que la de Eugenio Figueredo. El uruguayo, es cierto, fue presidente de la Conmebol, pero a los 83 años ya preparaba las valijas del retiro. Forma parte de la vieja guardia sudamericana cuyo declive comenzó con las caídas de Joao Havelange y Ricardo Teixeira, los dos dirigentes más poderosos en la historia del fútbol de Brasil. Teixeira, que había escapado primero de Brasil a Miami, ahora sabe que será más seguro residir otra vez en Brasil. A él lo comprometió José Hawilla, ex Traffic, otro de los arrepentidos. Havelange-Teixeira cayeron porque recibieron coimas de ISL, la quebrada empresa de marketing de la FIFA. Por eso cayó también el paraguayo Nicolás Leoz, presidente de la Conmebol de 1986 a 2013. Ayer, apenas estalló el escándalo en Zurich, Leoz se internó rápidamente en el Sanatorio Migone, de Asunción, un complejo de ocho pisos que compró en 2005 por unos 5 millones de dólares. «Hasta el momento -informó piadosamente un diario asunceño- se desconoce la dolencia que desencadenó su internación». Leoz, que tiene 86 años, se defendió anoche a través de su abogado. Julio Grondona , nuestro presidente eterno, ya fallecido, no puede siquiera aclarar las denuncias en su contra. Tal vez pueda hacerlo Alejandro Burzaco , el ejecutivo arrestado de Torneos, especialmente si su abogado, como lo hizo el de Blazer, le aconseja hablar a cambio de una eventual reducción de pena.

Hay un interesante debate en Estados Unidos acerca de si el Departamento de Estado puede aplicar leyes antiterroristas y tratar a la FIFA como una organización mafiosa o un cartel de drogas, como hizo ayer la fiscal Lynch. Más aún entre ciudadanos indignados porque no se aplicó el mismo criterio para detener a banqueros acusados de actuar aún peor y por muchos miles de millones de dólares más que los que implican a la FIFA. La investigación incluye la votación que asignó a Sudáfrica el Mundial 2010 y, la que lleva a su vez la justicia suiza, las votaciones de Rusia 2018 y Qatar 2022, sedes polémicas que, entre otros, derrotaron las postulaciones de Inglaterra y Estados Unidos. No sucedió el mismo escándalo cuando una inexplicable abstención de último momento permitió a Alemania quedarse con la sede del Mundial 2006. Estados Unidos fue el país que, tras el escándalo de los Juegos de Invierno en Salt Lake City 2002, obligó también a una limpieza dentro del Comité Olímpico Internacional (COI), antes acaso tan corrupto como la FIFA. Aquella investigación del FBI provocó la expulsión del mundo olímpico de cerca de una docena de dirigentes, casi todos ellos sólo de países del llamado Tercer Mundo. La limpieza ética, dijeron los críticos, se pareció también a una limpieza étnica. A Blatter, hasta ayer en el cielo, hoy cerca del infierno, ni siquiera le cabe hoy esa defensa.

 

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