Lectura crítica de la investigación “Islam y Masonería en el mundo contemporáneo”
A L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.
Libertad Igualdad Fraternidad
Lectura crítica de la investigación “Islam y Masonería en el mundo contemporáneo”
Alfredo Corvalán
La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia.
Sócrates
Introducción
“El hombre es un pájaro que para alcanzar lo más alto de los cielos necesita dos alas: la razón y la fe. La fe sin la razón es pura superstición y la razón sin la fe se agota en sí misma”: éstos son los fundamentos de la Fe Iniciática, propia de la Masonería, que es distinta de la Fe Dogmática de las religiones. La Fe Iniciática, como la Fe Confesional, no es incompatible como herramienta de búsqueda de la verdad, a condición que no se pretenda imponerla como una verdad revelada ni de ninguna otra manera a quienes no piensan como nosotros.
Los masones debemos recorrer el camino iniciático con las herramientas propias de la iniciación masónica Esto es con la Fe Iniciática que se nutre de la inteligencia racional y de la inteligencia intuitiva. En el campo teológico nos valemos de la fe confesional, que es dogmática y busca la llamada salvación eterna del hombre. En el campo de la política, que es el campo del ejercicio del poder para el logro del bien común, nos movemos con la razón, o sea, con la inteligencia racional. Pretender justificar las acciones políticas con argumentos del campo teológico es la antesala de luchas fratricidas que tiñeron de sangre la historia de la humanidad. Ejemplos claros de ello fueron y son tanto las cruzadas cristianas como los extremismos islámicos (nuevo “Califato” criminal en Irak).
Desde la perspectiva del CIEM, que no es otra que la de estudio e investigación en búsqueda de la Verdad, las preguntas que nos interrogan acerca del Islam son múltiples y complejas por tratarse de una realidad metafóricamente “nueva” de nuestro mundo globalizado. Realidad traída de la mano de los fenómenos más angustiantes de ese mundo globalizado: las corrientes migratorias, el terrorismo internacional y la guerra ideológica. Ello no significa ignorar otros fenómenos tanto o más angustiantes que los antes citados; como son la pobreza extrema, la destrucción del medio ambiente, la proliferación nuclear y el imperialismo en todas sus manifestaciones. En pocas palabras: la violación de los Derechos Universales del Hombre que integran la Carta de las Naciones Unidas.
De todas las religiones no occidentales, el islamismo es la más próxima a Occidente; más próxima por su situación geográfica, pero también por su ideología, ya que desde el punto de vista religioso pertenece a la familia abrahamista. Pero pese a esta proximidad mental y espacial, el islamismo es la religión que más cuesta entender en Occidente. El islamismo y Occidente son vecinos. Las fronteras comunes y el colonialismo han dado lugar a conflictos por límites territoriales que, a excepción de la España mora, durante gran parte de los últimos mil cuatrocientos años han estado en guerra.
Los errores comienzan con el nombre en sí. Hasta hace poco, en Occidente se le llamaba mahometismo, que no sólo es erróneo sino también ofensivo. Es erróneo, dicen los musulmanes, porque Mahoma no creo la religión; la creó Dios. Mahoma fue sólo un portavoz. Además, el título es ofensivo por cuanto da la impresión de que el islamismo se centra en un hombre y no en Dios. Que el cristianismo lleve el nombre de Cristo es adecuado, dicen ellos, porque los cristianos creen que Cristo era Dios. El nombre de esta religión es Islam, derivado de la raíz s-l-m, cuyo significado es “paz”, pero con un sentido de “entrega”, por lo que su connotación plena es “la paz que sobreviene cuando la vida de uno está entregada a Dios”. Sus adeptos se llaman musulmanes.
Muchos investigadores reservan el término Islam para la religión y el de islamismo para la politización del Islam, fenómeno que también es reconocido como fundamentalismo o integrismo. Para algunos, el islamismo es un movimiento político que nada tiene que ver con el Corán. Mohamed Alí Amir-Moezzi (máxima autoridad académica en el Islam shií y Doctor en Islamología), destacó textualmente en su visita a Barcelona en noviembre de 2001, lo siguiente: “El islamismo tiene muy poco que ver con la teocracia o con la religión. Es un movimiento político que utiliza elementos de El Corán como le viene bien. Para comprender el islamismo no es necesario comprender el Islam, no hace falta estudiar El Corán. Se trata de una instrumentación de la religión, facilitada por las grandes desigualdades. (…) Puede incluso decirse que el islamismo es algo que ha sido fabricado por Occidente, por intereses financieros y para contrarrestar el comunismo, y ahora se ha convertido en un monstruo incontrolable”.
En síntesis, el Islam, que significa en árabe “sumisión a Dios”, representa una religión monoteísta que agrupa unos 1.500 millones de seguidores, de los que sólo una quinta parte son árabes. Los musulmanes están repartidos por unos 55 países, que no son precisamente los característicos países árabes. En los países europeos también convive gran número de musulmanes. Fuera del mundo árabe, uno de los países que tiene mayor población de confesión islámica es los Estados Unidos de América, con una cifra que ronda los 12 millones. África y Oriente Medio agrupan el mayor número de musulmanes.
Según mi opinión, hay que tratar el tema en su marco de referencia; que no es otro que el del mundo globalizado azotado por la guerra ideológica y el terrorismo internacional.
El origen etimológico de la palabra guerra es la voz indoeuropea wers, que significa confusión, porque nadie sabe a ciencia cierta cómo terminará. Lo mismo ocurre en la lucha ideológica. Los occidentales vivimos en medio de nuestra propia «confusión», provocada por la influencia de los medios masivos de comunicación.
Como contrapartida, encontramos la imagen de un Occidente arrogante, materialista, corrupto y decadente; que denuncian, no sólo los clérigos más radicales del Islam, sino también la mayoría de los musulmanes, incluyendo los que viven en países occidentales.
Coincidimos con la afirmación de los Hermanos que burilaron Islam y Masonería en el mundo contemporáneo, porque, como ellos dicen, es “necesario liberarse de este mundo hiperreal de sombras, fantasías y ensueños que nos trasmiten los medios de comunicación”. Pero, advertimos, esa liberación no debe ser a costa de ignorar la realidad del mundo globalizado y sus secuelas.
Es por ello de vital importancia realizar algunas aclaraciones de ciertos aspectos que rigen hoy el islamismo. Para nosotros, el sólo hecho de pensar que la religión llegue a gobernar nuestras vidas nos parece algo inconcebible y hablaríamos de “integrismo” y/o “totalitarismo”. Sin embargo, religión y gobierno son dos aspectos que parecen completamente inseparables en el islamismo, por lo menos en muchos países islámicos. Así, la Sharia, la ley del Islam que se fundamenta en El Corán, se convierte en la ley del país. El Ayatola Jomeine, de Irán, lo interpretaba de la siguiente forma:
“El gobierno islámico es un gobierno de la ley divina. La diferencia entre gobierno islámico y gobierno constitucional, ya sea monárquico o republicano, está en el hecho de que, en este último, quienes legislan y hacen leyes son los representantes del pueblo o del rey. Por el contrario, la autoridad efectiva pertenece exclusivamente a Dios. Nadie más, sea quien fuere, tiene derecho a legislar; ni hay persona alguna que tenga derecho a gobernar, si no es sobre la base de la autoridad que le ha sido conferida por Dios. Es el experto religioso, y no otro, el que ha de ocuparse en los asuntos del gobierno”.
Desde este punto de vista, en algunos casos, los gobiernos caen en manos de extremistas de la religión, como ha sido el caso de los talibanes. Otro aspecto sustancial del Islam utilizado hasta el hartazgo para difundir una imagen distorsionada del mismo en Occidente ha sido el Jihad, palabra identificada con el “llamamiento a la Guerra Santa”. En este aspecto, si queremos comparar con lo que sucedió en Occidente, digamos que los musulmanes consideran que la historia del cristianismo es la más oscura de las dos religiones, porque se preguntan ¿Quién emprendió las Cruzadas en nombre del Príncipe de la Paz? ¿Quién instituyó la Inquisición y sumió a Europa en devastadoras guerras santas? Los historiadores objetivos, con ánimo de minimizar el asunto, opinan de forma unánime que la historia del islamismo en el uso de la fuerza no es más oscura que la del cristianismo.
El Jihad, en los occidentales, produce imágenes de vociferantes fanáticos conducidos a la guerra a cambio de la promesa de que serán transportados al cielo en cuanto mueran. Sin embargo:
- Literalmente, Jihad significa “esfuerzo”, pero dado que la guerra requiere un esfuerzo excepcional, por extensión, la palabra se asocia con la guerra.
- En un hadith (dicho canónico), Mahoma sitúa la guerra contra el mal dentro de uno mismo, por encima de las batallas contra enemigos externos. Tras un encuentro con los mecanos (habitantes de la Meca), Mahoma observó: “Hemos regresado del Jihad menor para enfrentarnos al Jihad mayor”, es decir, para batallar con el mal que llevamos adentro.
Estas verdades no nos deben hacer olvidar otra tan importante. Hay, sin duda, un enfrentamiento entre el Islam tradicional y el Islam radical. Las diferencias entre ellos no radican en creencias básicas de la religión, sino en una ideología que emana del liderazgo y la mala interpretación de la gente que no entiende debidamente la religión. También existe otras clases de disputas basadas en diferentes políticas; como tener autoridad en un país, quién mandará y quiénes serán mandados.
Una de las mayores divisiones en el islamismo se produjo en el siglo XVIII, por el movimiento Wahhabi de corte radical. El movimiento Wahhabi fue creado en Arabia Saudita por Mamad ibn Abdel-Wahhab (1787 d. C.), un estudioso de la religión y gran dogmático. Este movimiento siempre se ha enfrentado violentamente contra todos aquellos que se han distanciado de sus ideologías radicales. Su lucha feroz es contra las innovaciones de cualquier calidad y tipo. Esto los ha llevado incluso a destruir mezquitas, quemar libros y reliquias musulmanes. Prohibieron el tabaco, el café, las fotografías, etc. En resumen, todos aquellos que no sigan su ideología, están equivocados.
El movimiento Wahhabi es, sin lugar a duda, muy diferente del Islam tradicional que ve a la religión como un pacto entre el Hombre y Dios, guardando el camino de la moderación y la tolerancia. Así el Islam tradicional se opone a la coacción y al uso de la fuerza sin un justo motivo, teniendo un gran respeto por las diferentes creencias.
Todos los integrantes del movimiento Wahhabi rechazan las nociones tradicionales religiosas y se concentran en politizar la religión.
Estos líderes radicales no se contentan con seguir las enseñanzas de El Corán, sino que han montado organizaciones de gran poder financiero y han construido verdaderas columnas de terroristas internacionales, especialmente adiestrados. Su objetivo ha sido desbancar los gobiernos de sus países de origen o adopción y sustituirlos por otros que sigan su ideología, en vez de crear escuelas islámicas, instituciones sociales, mezquitas o ayudar a los más pobres de sus países.
Entonces, ¿por qué el silencio de las principales instituciones musulmanas frente a las atrocidades cometidas por el llamado “Califato”? Porque la Organización de Cooperación islámica, que agrupa a 57 países, ni otras instituciones afines denuncian lo indefendible.
El Islam como fuente de la Masonería
Sabemos que existe una clara relación entre la Masonería y la Orden del Temple, a tal punto que algunos historiadores señalan a esta Orden como el origen de la nuestra, y los mismos autores enfatizan en la relación que habría existido entre los templarios y las sectas islámicas esotéricas.
Los templarios fueron en Tierra Santa y en la retaguardia europea de la cristiandad constructores muy calificados que mantenían una intensa comunicación de formas e idas arquitectónicas entre Oriente y Occidente. Un grupo selecto de templarios, formados por militares y capellanes de alta jerarquía, había constituido una orden secreta, llamada “Caballeros del Santo Grial”. Una de las reglas secreta que la gobernaba en su artículo 5o decía: “Sabed que Dios no hace diferencia en absoluto entre las personas, cristianos, sarracenos [que profesan el Islam], judíos, griegos, romanos, francos o búlgaros, porque todo hombre que ruega a Dios se salva”.
La búsqueda inicial de los Templarios fue el Templo que el rey Salomón mandó a construir hace 3.000 años. Podríamos decir que el Templo (de donde viene el término “Arte Real”) está en la esencia misma de la Masonería, que actualiza permanentemente su contenido espiritual a través de sus ritos y símbolos, empezando por la propia logia, que tiene en él su modelo o prototipo.
Esta actualización también se lleva a cabo en sus mitos y leyendas ejemplares que recogen los episodios más significativos de su historia sagrada. No obstante, debemos decir que calificados historiadores masónicos consideran que en esta actualización del contenido iniciático de la Masonería también ha influido la tradición esotérica del Islam que conocemos como “sufismo”.
La imagen islámica de la Masonería
La posición del islamismo moderno es el Islam radicalizado, de frontal rechazo a la Orden Masónica y no de mera antipatía o sólo un sentimiento de aversión. Ello no debe llamarnos la atención, porque es lógico que toda doctrina de corte totalitario (como el islamismo) colisione contra los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad, propios de la Orden Masónica.
Referencias:
- Smith, Huston, “Las Religiones del Mundo”.
- Leteur, Serge, “El Terrorismo Islamista”.
- Corvalán, Alfredo, “ La Orden del Temple y la Masonería”, 2004 .
- Corvalán, Alfredo, “Masonería y Trascendencia”, 2008.
- Corvalán, Alfredo, “Masonería y Esoterismo”, 2009.
- Corvalán, Alfredo, El Islam frente a los crímenes del «Califato».
- Corvalán, Alfredo, Esoterismo Islámico: el sufismo.
- Julio Casuriaga y equipo, Islam y masonería en el mundo contemporáneo.