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En Memoria de Alfredo Corvalán (10 Ago 1935 – 24 Jul 2023)

La visita de Einstein a Montevideo en 1925 (Eduardo L. Ortiz, Mario H. Otero)

Posted on Oct 5, 2014

Einstein y Vaz Ferreira

Emitiendo boletines diarios, el estudiante Sánchez González mantuvo informados a algunos órganos de prensa, en particular a los periódicos La Tribuna Popular y El País, de las actividades de Einstein. A través de esos boletines de prensa, sabemos que el día viernes 24 Einstein salió a pasear por la Avenida 18 de Julio en compañía de su amigo Rosenblatt, donde se encontraron casualmente con el filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira, que había ya manifestado deseos de entrevistarse con Einstein. Vaz Ferreira se unió a la pareja y juntos caminaron discutiendo problemas de interés común. Quizás también por casualidad, estaba allí el fotógrafo de Mundo Uruguayo [Mundo Uruguayo 30 abril 1925, No. 329], que pudo captar para la posteridad una fotografía memorable. La fotografía está tomada en la plaza de los Treinta y Tres; a Einstein y Vaz Ferreira, se los ve sentados en un banco, bajo las hermosas palmeras de esa plaza (planta muy oportuna para definir la situación geográfica del encuentro), enredados en lo que parece ser una conversación animada. Einstein concertó encontrarse nuevamente con Vaz Ferreira por la tarde de ese mismo día, en casa de Rosenblatt, para continuar con sus elucubraciones. Así lo hicieron. Existe una versión taquigráfica parcial del diálogo entre Einstein y Vaz Ferreira [El País 25 abril 1925, 3] publicada en uno de los principales diarios de Montevideo, con una indicación muy oportuna, de que el texto ‘es no oficial’. El diálogo se centra alrededor de la cuestión de las apariencias, que ambos interlocutores manejan con ingenio y con no poca ironía. Con anterioridad, Vaz Ferreira había dictado en el Ateneo de Montevideo, una serie de conferencias sobre la personalidad y obra de Einstein.

Einstein junto a Vaz Ferreira en la Plaza Artola (hoy Plaza de los Treinta y Tres). 24 de abril de 1925, Montevideo, Uruguay - vazferreira.org

Einstein junto a Vaz Ferreira en la Plaza Artola (hoy Plaza de los Treinta y Tres).
24 de abril de 1925, Montevideo, Uruguay – vazferreira.org

El 29 de abril, antes de dejar Montevideo, Einstein escribió una carta en francés, a Vaz Ferreira, que le había obsequiado un libro suyo sobre el pragmatismo [posiblemente, Vaz Ferreira 1914]. En ese libro discute las ideas de James. En su carta Einstein se defiende de ser calificado como pragmatista, y refuta la definición de verdad que Vaz Ferreira propone, argumentando que la verdad, realmente, no existe. El tono de la carta de Einstein sugiere que el material recogido en la versión taquigráfica de El País, podría contener trozos genuinos de esa conversación. Su carta termina lamentando ‘de ne plus avoir la possibilité de traiter toutes ese questions avec vous en parlant á cause des devoirs [insertado: sociales] nombreux. Je vous salue de tout mon coeur’. La carta tiene dos postdatas: en la primera Einstein se excusa de su francés, explicando que siempre es mejor que haberle escrito en ese idioma que en alemán. En la segunda indica que él cree que el concepto de verdad no puede ser tratado separadamente del de realidad.

La recepción académica en Montevideo y la primera conferencia.

En la mañana del día sábado 25, Einstein recibió la visita de una delegación de la comunidad judía del Uruguay, a la que atendió brevemente. Media hora más tarde, partió en automóvil acompañado por el triunvirato que hacia la gestión de su visita: su secretario en el Uruguay, el ingeniero Geille Castro y los alumnos Müller y Sánchez González. Con su cortejo de secretario y subsecretarios, Einstein recorrió partes de la ciudad, y más tarde visitó una escuela pública establecida en la antigua mansión de la quinta de Castro. El visitante demostró allí su facilidad de comunicación con los niños. Estos, por su parte y en retribución a su interés, le obsequiaron un buen número de sus dibujos, los que Einstein llevó consigo [La Tribuna Popular 26 abril 1925, 3].

Einstein dictó la primera conferencia del ciclo uruguayo el día sábado 25 de abril de 1925 a las 17:30 horas. La conferencia tuvo lugar en el Salón de Actos Públicos de la Universidad de la República, ante una audiencia compuesta principalmente por profesores y estudiantes. El público llenaba completamente el amplio Paraninfo y se extendía hacia los pasillos de acceso. Una evaluación del número de asistentes, publicada al final del ciclo de conferencias, estima que unas dos mil personas escucharon cada una de las tres conferencias [El Bien Público 29 abril 1925, I]. El título dado al ciclo de conferencias fue ‘Bases generales de la teoría de la relatividad’ [El País 23 abril 1925, 3]. El Rector Elías Regules pronunció el discurso de recepción, que fue breve y conciso [El Bien Público 26 abril 1925, 1]. Habló luego el ingeniero Federico García Martínez, que hizo la presentación de Einstein, exponiendo a grandes rasgos las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad y sus implicaciones. García Martínez era profesor de Estática Gráfica de la Facultad de Ingeniería, y se había interesado también por comprender la teoría de la relatividad. Era autor de un texto litografiado de cálculo gráfico, estática gráfica y aplicaciones, publicado en Montevideo en 1918. Julio Rey Pastor escribió el prólogo de ese libro. García Martínez y Rey Pastor habían establecido contacto durante la primera visita de Rey Pastor a Montevideo, en 1917. No sería extraño que Rey Pastor haya contribuido entonces a despertar el interés del segundo por la relatividad.

Luego de una prolongada ovación, llegó el turno de Einstein, que agradeció a las autoridades de la Universidad la generosidad con que lo habían recibido, y expresó que se sentía feliz de haber podido aceptar la invitación de la Universidad. A continuación comenzó su conferencia destacando los puntos esenciales de su teoría. Comenzó refiriéndose al estado de la ciencias físicas cuando él comenzó sus estudios sobre la relatividad. Se refirió luego a la obra de Galileo e hizo una crítica de la mecánica newtoniana, pasando más tarde a ocuparse de los experimentos de Foucault y de Michelson y Morley. Se refirió a la forma en que él se planteó el propio problema, y luego presentó un esquema del camino seguido desde la relatividad especial a la general. Einstein se refirió a los trabajos previos de Mach, Minkowski y Lorentz, a la cuestión de la finitud del espacio, al espacio tetradimensional, a la curvatura de los rayos luminosos en proximidad de grandes masas, y a la relatividad del tiempo [La Razón 27 abril 1925, 10]. En diferentes periódicos se destaca la atención e intensidad con la que el conferenciante fue escuchado. No sin dificultad, el redactor de El Día había logrado llegar a una posición estratégica desde donde podía, por lo menos, ver al conferencista. Sin embargo, sabiendo no contarse entre las ‘cuatro únicas personas’ que entendían sus teorías, optó por no escucharlo y ceder a otros ese placer. Su diario había reproducido en su edición de la mañana de ese día un artículo [El Día 25 abril 1925, 6] sobre la teoría y sus comprobaciones experimentales, que declaraba haber tomado de una fuente mejor informada. Ese artículo describía someramente los experimentos de Michelson y Morley, la hipótesis lanzada por Lorentz y el uso que hizo Einstein de resultados de Riemann sobre la geometría tetradimensional, para introducir nuevas ideas ‘difíciles de admitir’, debido a las contradicciones que las suyas presentaban con ideas aceptadas desde tiempo muy antiguo. Finalmente se refirió a los resultados de la expedición que observó el eclipse de mayo de 1919. La nota destaca la imparcialidad y caballerosidad de los astrónomos británicos frente a un colega alemán, sólo un año después de terminada la guerra mundial, al hacer conocer al mundo que los resultados de sus observaciones le daban la razón al científico alemán. La relatividad como fenómeno de cooperación caballeresca entre un físico alemán, un matemático francés que podía entenderla (y aún predecir la teoría), y un astrónomo inglés que gallardamente había dado la razón a un sabio de un país que hasta hacía muy poco era enemigo, es un lugar común en los reportajes periodísticos sobre su teoría. La existencia de ‘cuatro sabios’ que entienden la teoría de la relatividad es otra constante (con número variable) de sus visitas. En nuestra playas, más desamparadas, será quizás sólo uno: Lugones en Argentina, Vaz Ferreira en Uruguay.

Teatro Solís. Montevideo, 1923.

Teatro Solís. Montevideo, 1923.

El mismo día 25, por la noche, Einstein asistió a una función de ópera en el Teatro Solís en la que se presentó Lohengrin, de Wagner. La orquesta estuvo a cargo del maestro De Angelis, y Cristalli actuó como tenor. Las noticias publicadas el día siguiente nos dan cuenta de que, De Angelis dirigió más ajustadamente que en las sesiones anteriores, lo que ‘contribuyó en buena medida al éxito de este espectáculo’, que tuvo entre sus concurrentes al ‘sabio alemán’ Einstein. Este manifestó su agrado aplaudiendo largamente al final de cada acto [El Día 26 abril 1925, 10]. Sin alterar su precio de un peso por la platea, el Solís continuó luego con La Bohéme, Caballería Rusticana y Thais. Sin embargo, Einstein tuvo suerte: más tarde, Lohengrin fue calificado como uno de los mejores espectáculos de la temporada.

La entrevista con los periodistas

El público montevideano comenzó a tener informaciones más precisas sobre la visión einsteiniana de la realidad a partir del lunes 27, en el que aparecieron las primeras declaraciones de Einstein sobre Montevideo y los uruguayos; los resultados de la inspección por parte del sabio extranjero comenzaban a revelarse. Tal como había prometido, Einstein recibió en la residencia del señor Rosenblatt a todos los periodistas de Montevideo que quisieran entrevistarlo el día domingo 26. Como uno de ellos dijo «Había querido apurar de un sólo sorbo las torturas de los reportajes» [El País 27 abril 1925, 3]. La concurrencia fue muy pequeña, sólo un reportero de El Día (que llegó tarde), un corresponsal de un diario israelita de Buenos Aires y un reportero —Sin embargo parece haber estado presente también un reportero de El Plata—. El reportaje se inició con una serie de preguntas del reportero bonaerense que, para colmo, hablaba en Yiddish. El cuestionamiento cerrado al que este periodista sometió a Einstein alarmó a los otros dos, que no habían pensado que su función allí pudiera ser cuestionar al sabio, sino anotar sus conjuraciones. El reportero de El Día tenía bien en claro que si sobre algo no le preguntaría, era sobre su ‘misteriosa teoría de la relatividad’. Para aclarar la situación, así se lo hizo saber. Con plena libertad para improvisar, Einstein habló de sus preferencias literarias, expresando su admiración por El Rey Lear, Hamlet y Don Quijote entre las obras clásicas, y por Anatole France entre los autores contemporáneos; también se refirió a la literatura rusa y a su interés por Dostoievsky. Sus preferencias musicales recayeron sobre Bach y Mozart. Finalmente, cuando seguramente la representación de la prensa local pensaba ya que la partida estaba perdida, Einstein cambió de rumbo en su monólogo y habló de sus impresiones de Montevideo. Declaró que había sido un gran placer conocer personalmente ‘al Maestro don Carlos Vaz Ferreira’, con lo que los intelectuales locales recibieron el fuerte espaldarazo que significaba el reconocimiento de su existencia por parte del sabio visitante. Aún mas, afirmó conocer la obra de Vaz Ferreira, aunque declaró que el idioma castellano, que no le era familiar, había dificultado su lectura.

Sobre el ambiente intelectual de Buenos Aires y de Montevideo, dijo que había encontrado un vivo interés por la investigación científica, y que el público de sus mismas conferencias le habían dado una medida. Sin embargo, dice el reportero de El Día que Einstein se había quejado de que ‘los hombres de ciencia no disponen aquí de mucho tiempo ni de la tranquilidad necesaria para el estudio serio y reposado’. Indicó que la necesidad de dictar muchas cátedras es un inconveniente para el desarrollo de la ciencia pura. Si bien este enunciado einsteniano de las condiciones mínimas del investigador, como alguien que no se mide necesariamente por las horas de clase que es capaz de dictar, no era nuevo en el Río de la Plata (ya Houssay, Duclout y otros insistían en la necesidad de disponer de tiempo para investigar) reforzaba una tendencia que aún tenía una larga marcha en el futuro.

Palacio Legislativo. Montevideo, 1925. CDF

Palacio Legislativo. Montevideo, 1925.

De la ciudad destacó lo mucho que le había agradado la edificación colonial que había visto en sus paseos en automóvil (cosa que continuaría inmediatamente después de terminar esa misma entrevista), y como se había deleitado recorriendo a pie las calles de Montevideo, de las que alabó ‘sus calles amplias, donde ríe el sol’. La conversación duró pocos minutos, pero los suficientes para cautivar a los periodistas, que hubieran deseado se prolongara ‘durante varias horas’. Einstein empleó el resto de ese día en explorar Montevideo, sus playas y el mar próximo a su costa.

Lee el artículo original aquí.

Galileo. Eduardo L. Ortiz, Mario H. Otero. 2 de octubre de 2014. En línea: http://www.galileo.fhuce.edu.uy/index.php?option=com_content&view=article&id=90:la-visita-de-einstein-a-montevideo-en-1925-eduardo-l-ortiz-mario-h-otero&catid=60:numero-33

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