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En Memoria de Alfredo Corvalán (10 Ago 1935 – 24 Jul 2023)

Las Masonerías en el mundo contemporáneo (Segunda Entrega). La Masonería Francesa

Posted on Ene 2, 2015

A L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.
Libertad Igualdad Fraternidad

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Las Masonerías en el mundo contemporáneo
(Segunda entrega)

H.·. Oscar Figueredo

Res.·. Log.·. Simb.·. José Martí Nº 125

2. La masonería francesa

Vitral de la capilla Francmasónica de la catedral del Burgo de Osma.

          La fundación de las primeras Logias

          En París, se remontan las primeras reuniones masónicas al año 1725. Un grupo de ingleses, a cuyo frente estaba Carlos Raclyffe, el caballero  Maclean y Francisco Heguerty (cadete del regimiento de Dillon), se reunían en la calle Boucheries, en casa de un comerciante inglés llamado Hure, cuya tienda se llamaba “Louis d’ Argent”. Esta logia se constituyó por “motu proprio”, es decir, en virtud de los derechos que sus fundadores creían tener por su iniciación. Fue compuesta casi exclusivamente por refugiados jacobinos, y no tuvo relación alguna con la Gran Logia de Londres, cuya autoridad central tendía a esparcirse.

         El 7 de mayo de 1729, Andrés Francisco Lebreton fue Maestro de una Logia que se reunía en la calle de la Boucherie “A la ville de Tonerre”, en casa de Debure. Ésta fue la Logia Santo Tomás, que el 3 de abril de 1732 se hizo conceder una carta regular bajo el N° 90, por el vizconde de Montagu, entonces Gran Maestro de la Gran Logia de Londres. De esta Logia se desprendió otra, el 1 de diciembre de 1729, que tomó el nombre de Loge des Arts  Sainte Margueritte. Una cuarta Logia fue constituida en 1735, en la calle de Bussy, en la casa de un comerciante llamado Landellee. Se llamó la Logia d’Aumont, donde el duque de ese nombre fue recibido.

         La Gran Logia Inglesa de Francia

         Las primeras cuatro logias parisienses sobre las cuales se tienen noticias ciertas, se reunieron en 1736, estando presentes cerca de 60 miembros. Eligieron a un Gran Maestre en la persona de Charles Radcliff, conde de Derwentwater, fundador de la primera Logia en la hospedería Au Louis d’Argent.

        Debiendo éste abandonar el país, fue elegido en 1738, en una segunda asamblea, como Gran Maestre ad vitam, Louis de Pardaillon, duque de Antin, quien aceptó el cargo, a pesar de que el Rey Luis XV habría amenazado con la Bastilla, al francés que la aceptara.

        Empiezan en esta época las primeras graves hostilidades en contra de la Masonería, tanto de carácter político como religioso. Las primeras sospechas nacieron cuando ésta ya no se limitaba a reunir entre sí a elementos extranjeros, sino que además admitía igualmente a miembros de la nobleza y ciudadanos ordinarios, fraternizando mutuamente con toda apariencia de conspiración. Entonces las logias fueron vigiladas y se llegó hasta a suspenderlas, aprehendiendo a los masones y a quienes los hospedaban; sin embargo, todo esto no obstaculizó su proceso, y las logias siguieron reuniéndose y aumentaron las precauciones. Incluso, el riesgo a que se exponían hizo más atractivo el pertenecer a ellas.

Cuando en 1743 murió prematuramente el duque de Antin, había en Francia más de 200 logias, 22 de las cuales actuaban en París.

         Cuando en 1743 murió prematuramente el duque de Antin, había en Francia más de 200 logias, 22 de las cuales actuaban en París. Se remonta a esta época, y precisamente al 21 de marzo de 1737, el famoso discurso de Andrés Miguel Ramsay, Gran Orador de la Orden, pronunciado durante una recepción, y que tanta importancia tuvo después por sus múltiples repercusiones. Estas repercusiones, por un lado, ocasionaron la concepción y la creación de aquella famosa obra que fue la Enciclopedia; por otro lado, el movimiento conocido con el nombre de Maestros Escoceses, que empezaron por juntar un cuarto grado privilegiado (esto también había sido hecho por la Gran Logia disidente fundada en Inglaterra en 1751, con el nombre de Real Arco), que después se multiplicó en una serie de grados suplementarios que querían reproducir las antiguas Órdenes caballerescas, creciendo hasta los 33 grados actuales del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

          Esta última novedad no fue al principio muy bien acogida, y un artículo de las Ordenanzas Generales de la Gran Logia Inglesa de Francia (como así se llamaba entonces) no reconocía a los Maestros Escoceses derecho o privilegio por encima de los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro.

          La Gran Logia de Francia

          Sin embargo, doce años más tarde, repudiándose el nombre de Gran Logia Inglesa por el simple de Gran Logia de Francia, y revisándose los Estatutos, se reconoció a los Maestros Escoceses, igual que a los Maestros de Logias, el privilegio de permanecer cubiertos en las tenidas, así como el derecho de inspeccionar las logias y restablecer el orden cuando fuera necesario.

La divisa de la República francesa, Libertad, igualdad, fraternidad, es compartida por la Gran Logia de Francia.

          El Conde de Clermont, que en 1743 había sido elegido en sustitución del Duque de Antin, no tomó seriamente el cargo aceptado, y hasta transcurridos los primeros cuatro años no se atrevió a ostentar el título de Gran Maestre. Para esquivar su responsabilidad eligió al principio un substituto que no fue más activo que él, y después a un intrigante maestro de baile que levantó vehementes protestas, rehusando la mayoría de los componentes de la Gran Logia a reunirse bajo su presidencia.

           A pesar de haber sido en 1762 revocado de su cargo y substituido por el Diputado Gran Maestre y no obstante a la buena voluntad de éste, no se pudo evitar la anarquía que llevó a las logias a la autonomía más completa, disolviéndose prácticamente la Gran Logia. Ésta, por mandato del rey, quedó en suspenso en 1767, cuatro años antes de la muerte del conde de Clermont.

           En esta ocasión fue nuevamente convocada, siendo elegido Gran Maestre el Duque de Chartres. Y se nombró también, como Administrador general, al Duque de Luxemburgo, destinado a substituirlo efectivamente.

          El Gran Oriente de Francia

          Se constituye la Gran Logia Nacional, siendo representadas permanentemente en la misma, por medio de diputados, todas las Logias, junto a la autoridad central directiva que tomó el nombre de Gran Oriente de Francia. También se puso fin al privilegio de los Maestros de Logias, que se consideraban hasta entonces vitalicios, estipulándose que todos los talleres eligieran anualmente a sus oficiales.

         Como no todas las logias reconocieron estas reformas, se formó también, en oposición con el Gran Oriente, la Gran Logia de Clermont, que reconocía igualmente como Gran Maestre al Duque de Chartres.

En 1774 la Masonería francesa acordó oficialmente reconocer a la Masonería de Adopción, con un rito especialmente elaborado para la mujer, constituyéndose entonces muchas logias femeninas.

         Varias asociaciones destinadas para dar a la mujer participación en los trabajos masónicos fueron creadas cerca de la mitad del siglo XVIII. En 1774 la Masonería francesa acordó oficialmente reconocer a la Masonería de Adopción, con un rito especialmente elaborado para la mujer, constituyéndose entonces muchas logias femeninas.

         Desde el 1773 al 1789, la Masonería tomó un impulso formidable en Francia, pasando de 600 el número de las logias. Se hicieron iniciar en ella los hombres más conocidos de la época, entre otros Voltaire, a la edad de ochenta años, que fue recibido en 1778, presentado por Benjamín Franklin y Court de Gebelin, siendo la asamblea presidida por el célebre astrónomo Lalande.

         La Masonería en Francia y la Revolución

         ¿Cómo era la Masonería Francesa antes de la Revolución? Quizás el testimonio de la Reina María Antonieta, expresado en una carta en la que responde a las inquietudes de su hermana, concerniente a la Orden masónica en Austria, podría esclarecer el panorama.

          La Reina le señala a su hermana:

Yo creo que te inquietas mucho sobre la Francmasonería en lo que concierne a Francia; está lejos de tener aquí la importancia que puede tener en otras partes de Europa, por la razón de que todo el mundo lo es; sabemos así todo lo que pasa. ¿Dónde está el peligro? Tendríamos razón de alarmarnos si fuese una sociedad secreta y política; el arte del gobernar es al contrario, dejarla expresarse y ver que no es más de lo que es en realidad, una sociedad benéfica y de placer; donde se come mucho, se habla y se canta, lo que le permite al Rey decir que donde la gente canta no se conspira. No es sin duda una sociedad de ateos declarados, porque, tal como me dijeron: Dios está en todas las bocas; se practica mucho la caridad, se cuida a los niños de los miembros pobres o fallecidos; se casan sus hijos; no hay nada de mal en eso”.

          Con la Revolución, la Masonería suspendió en Francia sus actividades. Se le atribuye erróneamente haber tomado en ésta una participación directa, si bien es cierto que la tuvo en la revolución intelectual que la precedió, con la afirmación del trinomio libertad-igualdad-fraternidad; que, interpretado profanamente, pudo haber sido causa indirecta de muchos excesos. Pero un conocimiento más profundo de la verdadera esencia de la institución y de cómo se debe realmente interpretar ese trinomio, pone a ésta por encima de toda efectiva responsabilidad en aquel cataclismo, del que fue también una de las víctimas.

El paso del siglo XVIII al XIX es decisivo para comprender la orientación tan dispar que algunas masonerías adoptaron tras la Revolución Francesa. Revolución en la que la masonería no sólo no intervino directamente, sino que fue una más de sus víctimas.

          Masonería, Revolución y Napoleón Bonaparte

           El paso del siglo XVIII al XIX es decisivo para comprender la orientación tan dispar que algunas masonerías adoptaron tras la Revolución Francesa. Revolución en la que la masonería no sólo no intervino directamente, sino que fue una más de sus víctimas hasta el punto que prácticamente desapareció.

La nueva masonería que nacerá tras la revolución en el continente europeo fue obra de Napoleón Bonaparte.

          La nueva masonería que nacerá tras la revolución en el continente europeo fue obra de Napoleón Bonaparte, quien se sirvió del sistema organizativo de la masonería para crear una especie de quinta columna al servicio del emperador. La formación de logias en la mayor parte de los regimientos le dio un carácter militar bonapartista, acrecentado por el hecho de que el propio Napoleón nombró directamente a los Grandes Maestros de la masonería entre sus hermanos y mariscales, en los países sometidos tras la invasión de sus ejércitos. Esta masonería bonapartista, estatista e imperial desapareció con el propio emperador.

          La Masonería Liberal

          A partir de entonces, la masonería será identificada con el liberalismo por la Europa del Congreso de Viena. En los intentos hechos por el Papa, el zar de Rusia, el emperador de Austria y todos los reyes y soberanos absolutistas por mantener la Europa del siglo XVIII frente a la Europa de las libertades, nacida de la Revolución Francesa, la masonería fue presentada como la causante y portadora de una ideología de defensa de la libertad individual y de los pueblos, de soberanía popular, identificada con los derechos del hombre, la tolerancia y pacifismo, y con la fraternidad universal por encima de divisiones ideológicas, políticas o religiosas.

 La alianza constituida en esos años entre el trono y el altar, entre la monarquía y el clero, frente al liberalismo que atentaba contra sus derechos y tradiciones, la masonería se vio afectada por el nacimiento del famoso mito del “complot masónico-revolucionario”..

          En consecuencia, la alianza constituida en esos años entre el trono y el altar, entre la monarquía y el clero, frente al liberalismo que atentaba contra sus derechos y tradiciones, la masonería se vio afectada por el nacimiento del famoso mito del “complot masónico-revolucionario”.

          A partir de estos años, la masonería continental europea se vio involucrada en una imagen menos sólida y respetable en comparación con la mantenida en el mundo anglosajón, y llegó a verse especialmente afectada ante la confusión surgida al proliferar las sociedades secretas y al identificarse a los masones con los iluminados bávaros, los jacobinos, carbonarios y otros por el estilo.

         La aparición de las llamadas sociedades patrióticas o políticas —en especial los carbonarios— y su lucha por la unificación italiana y la oposición a todo tipo de absolutismo en política, llevó a países como Italia, especialmente los Estados Pontificios, y España en cuanto defensora del papado, a emprender una virulenta campaña contra las sociedades secretas; y en especial, contra la masonería, que quedó identificada con la carbonería.

         Las transformaciones del Gran Oriente de Francia

         En 1849 el Gran Oriente de Francia tenía en su Constitución normativas que declaraban que la masonería era una institución eminentemente filantrópica, filosófica y progresiva, que tenía por base la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma.

Bajo Napoleón III, la masonería francesa, influida por los elementos antirromanos de la política del emperador, organizó una intensa propaganda anticlerical.

          Bajo Napoleón III, la masonería francesa, influida por los elementos antirromanos de la política del emperador, organizó una intensa propaganda anticlerical. De esta actitud inicial de anticlericalismo se pasó, poco a poco, a una verdadera pasión antirreligiosa que se hizo fuerte, sobre todo, en las logias dependientes de los Grandes Orientes de los países latinos (tanto europeos como iberoamericanos), hasta el extremo de que en varios de ellos se llegó a la supresión de la antigua invocación masónica: “A la gloria del Gran Arquitecto del Universo”.

          En 1877, el Gran Oriente de Francia decidió suprimir de sus trabajos la fórmula A L… G… D… G… A… D… U… como manifestación institucional de la defensa irrestricta a la absoluta libertad de conciencia de sus miembros, quienes están en libertad de creer o no creer en lo que les plazca.

           Javier Otaola en su obra La Masonería hoy describe así este trascendental momento:

«En 1877, poco después de la guerra franco-prusiana, el Convento Anual del Gran Oriente de Francia planteó la primera gran cuestión discutiendo la posición tradicionalista. ¿Es imprescindible para el desarrollo del trabajo masónico que este se realice en todas las logias A la gloria del Gran Arquitecto del Universo? ¿No cumpliría más cabalmente su función de Centro de unión la masonería incorporando a todos aquellos que lo deseen, al margen de su concepción metafísica, espiritualista, materialista o agnóstica?”

           Esta fue la cuestión suscitada, y la que dio lugar a la creación de un nuevo rito masónico que se incorporaba a los demás, pero que a diferencia de los demás suprimía la invocación al Gran Arquitecto del Universo. A partir de ese momento, las Logias del Gran Oriente de Francia podían practicar sus ritos tradicionales o el nuevo rito (el denominado Rito Francés); en todo caso cuando el Gran Oriente se reuniera ritualmente lo haría siguiendo el nuevo Rito, por ser el más alto de todos ellos en cuanto a sus implicaciones metafísicas.

          Esta propuesta no implicaba para sus defensores una declaración de ateísmo, prueba de ello es que la defensa de la misma fue hecha por el hermano y pastor protestante Desmons, cuya posición personal era evidentemente el teísmo cristiano. La aceptación de esta innovación por parte de la masonería francesa supuso, para los ingleses, que el Gran Oriente de Francia escogía una interpretación diferente de la tradición, lo cual visto desde la perspectiva inglesa significaba evidentemente una conducta irregular.

          Antecedentes: El Convento de Lausanne

          Esta resolución del Gran Oriente de Francia fue el resultado de una enconada lucha desarrollada durante muchos años en reacción a otra resolución del Gran Oriente, tomada en 1848-1849, por la cual se incluyó un artículo en la Constitución, que establecía como obligación para ser admitido en la masonería, la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma.

          Como antecedente inmediato a esta resolución de 1877, cabe recordar que dos años antes, en 1875, se llevó a cabo en la ciudad de Lausanne, la Confederación Helvética, el Convento del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, precisamente denominado Convento de Lausanne.

          De entre las muchas decisiones adoptadas en este convento, cabe destacar la reforma de las Grandes Constituciones de 1786 y la suscripción de un Tratado de Alianza y Confederación de los Supremos Consejos, redactado en el Convento. Se aprobó además un solemne manifiesto que comportaba la declaración de principios de Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

          A instancias de los masones franceses e inspirados en una concepción definidamente laica de la Orden y sus preceptos, se introdujo el símbolo del G\ A\ D\ U\, interpretado como “Principio Superior e Ideal”. Se hizo con la oposición del representante del Supremo Consejo de Escocia,  H\ L. Mackersay, que se retiró del mismo alegando que ello abriría la puerta a la admisión de miembros que no profesaran abiertamente su creencia en la existencia de un Dios personal, sino simplemente en un principio creador.

          Además, en su transcurso se aprobó una moción que autorizaba a los Soberanos Supremos Consejos

para que puedan hacer las alteraciones que juzguen necesarias en el texto de los juramentos y obligaciones masónicas, a fin de ponerlas en armonía con las costumbres de sus respectivos países”, autorizando además a que “teniendo en cuenta las costumbres y creencias de los masones de su obediencia, cuidarán de que en las fórmulas de juramento y como sanción de las mismas, se invoque además sin omitirlos, el honor y la lealtad del hombre digno y del Masón”.

          Estas resoluciones, que podrían estar en el origen de la decisión del Gran Oriente de Francia de suprimir de su Constitución la obligación en la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma, se tradujo en una radical reforma de los rituales en 1884 en el Gran Oriente de Francia, que hicieron opcional el uso de la Biblia en las tenidas y la invocación al G\A\D\ U\.

         Para una mejor ilustración, transcribimos el Manifiesto del Convento de Lausanne (septiembre de 1875), que dice:

Desde hace mucho, y sobre todo en estos últimos tiempos, la Masonería ha sido objeto de los más injuriosos ataques.

En el momento en que el convento, tras haber examinado con la mayor atención las antiguas constituciones del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, conservando con religioso respeto las sabias disposiciones que le protegen y le perpetúan, libera a la Masonería de vanas trabas, queriendo que se penetre del espíritu de libertad que anima a nuestra época; en el momento en que, sobre bases inquebrantables, sanciona una íntima alianza entre los masones de todo el mundo, el convento no puede disolverse sin responder con una potente declaración a esas deplorables calumnias y enérgicas condenas.

Ante todo, para los hombres que desean conocer sus principios antes de postularse ante la Francmasonería, los proclama mediante la siguiente declaración, que constituye su programa oficial en los términos acordados por el convento:

Declaración de principios:

Art. 1º.- La Francmasonería proclama, como lo ha hecho siempre, desde su origen, la existencia de un Principio Creador, bajo el nombre de Gran Arquitecto del Universo.

Art. 2º.- No impone ningún límite a la investigación de la verdad y exige a todos la tolerancia, a fin de garantizar a todos esa libertad.

Art. 3º.-La Francmasonería está, pues, abierta a los hombres de todas las nacionalidades, razas y creencias.

Art. 4º.- Prohíbe en sus talleres toda discusión política y religiosa, acogiendo a todo profano cualesquiera sean sus opiniones políticas y religiosas, siempre que sea hombre libre y de buenas costumbres.

Art. 5º.- La Francmasonería tiene como fin luchar contra la ignorancia bajo todas sus formas, siendo una escuela mutua cuyo programa se resume así: obedecer las leyes del país de cada uno; vivir honradamente; practicar la justicia; amar a sus semejantes; trabajar sin flaqueza por el bien de la humanidad y en pro de su emancipación progresiva y pacífica.”

          El Gran Oriente de Francia es declarado “irregular”

          Dos años más tarde, el Gran Oriente suprimió la fórmula del «Gran Arquitecto del Universo. El clérigo protestante Desmons había defendido la proposición encaminada a esta supresión, alegando la necesidad de que el principio de la libertad de conciencia quedase expresado tan claramente como fuese posible. Esto tuvo efecto mediante esta fórmula: «La Masonería tiene por principios la absoluta libertad de conciencia y la solidaridad humana. No excluye a nadie por razón de su credo«.

         La reacción masónica internacional no se hizo esperar y la posición de la tendencia pro inglesa tuvo paradójicamente su más clara expresión en la masonería alemana.

«La Unión de Masones alemanes no exige de sus miembros determinada confesión dogmática con respecto a la existencia de Dios, y la admisión en la Orden no depende de las creencias religiosas. Sin embargo, los símbolos y los rituales masónicos entrañan la idea de Dios, sin la cual serían incomprensibles y carecerían de significado. Los principios y la historia de la Masonería enseñan y atestiguan la idea de Dios. Los masones veneran a Dios en el concepto de Gran Arquitecto del Universo. La sagrada ley moral tiene para los masones su más profunda y recia raigambre en Dios. Si la Masonería desechara la idea de Dios, su trabajo simbólico perdería toda su fuerza y su más alto objeto resultaría sin fondo y vigor. La Asamblea de las Grandes Logias alemanas, en nombre de la Unión Masónica alemana, declara, por lo tanto, su convencimiento de que una Logia masónica que no reconozca y niegue la existencia de Dios, no puede considerarse justa y perfecta, y que una Masonería atea deja de ser Masonería.»

En 1877 surge, por primera vez, la cuestión de la regularidad, cuando la Gran Logia Unida de Inglaterra invocó normas de reconocimiento, para declarar la irregularidad del Gran Oriente de Francia, en virtud de las determinaciones analizadas.

          En 1877 surge, por primera vez, la cuestión de la regularidad, cuando la Gran Logia Unida de Inglaterra invocó normas de reconocimiento, para declarar la irregularidad del Gran Oriente de Francia, en virtud de las determinaciones analizadas.

         El Gran Oriente de Francia, ante una solicitud que le formulara a la Gran Logia de Inglaterra en 1885, a fin de que esta revocara la excomunión decretada, recibió la siguiente respuesta:

“La Gran Lo­gia de Inglaterra sostiene y siempre ha sostenido que la creencia en Dios es la primera gran señal de toda verdadera y auténtica masonería, y fuera de esta creencia profesada como principio esencial de su existencia, ninguna asociación está en derecho de reclamar la herencia de las tradiciones y de las prácticas de la an­tigua y pura masonería”. El abandono de este Landmark, en la opinión de la Gran Logia de Inglaterra, “suprime la piedra fundamental de todo el edificio masónico”.

 

Referencias:

  • Ferrer Benimeli, José Antonio. La Masonería. Alianza Editorial.
  • Wirth, Oswald. El Libro del Aprendiz. Biblioteca Upasika. upasika.net
  • Orígenes e Historia de la Masonería. Gran Logia de la Masonería del Uruguay.masoneriadeluruguay.org.
  • Herrera Michel, Iván (2007). Historia de la Masonería. Barranquilla, Colombia.
  • El Rito Francés Moderno. Biblioteca Masónica Mauro Pinto, Brasil.
  • Lavagnini, Aldo. Manual del Compañero. Edición Virtual.
  • La Regularidad Masónica y el Volumen de la ley Sagrada.
Por textos masónicos adicionales puedes consultar nuestra lista completa de trazados o granarquitectodeluniverso.com.

1 Comment

  1. Los masones debemos de conocer nuestra historia, agradecer a los HH:. que se dedican a ello.

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