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En Memoria de Alfredo Corvalán (10 Ago 1935 – 24 Jul 2023)

Editorial de febrero de 2015

Posted on Feb 7, 2015

Queridos hermanos lectores:

 

         El tema de este mes es “Regularidad masónica integral”, como anunciamos previamente. Para desarrollarlo, reunimos aportes de nuestros colaboradores en varias secciones de GADU.ORG. Quienes, incluso con diferencias y matices conceptuales entre sí, validan la importancia de la regularidad para la Masonería.

         Por ejemplo, en el trazado El origen social de los valores, del H.·. Luis Rivas, como índica el título, el antecedente que él tiene en cuenta para su argumentación es la naturaleza social de los valores humanos. Una cita suya a Fernando Savater sintetiza su punto de vista: “Nadie llega a convertirse en humano si está solo: nos hacemos humanos los unos a los otros”.

        Rivas, luego de analizar los aportes y las limitaciones de posturas relativistas y universalistas, enaltece los valores que la Masonería aporta a la sociedad toda: “En el conflicto entre las fuerzas de la barbarie y las del progreso, la Masonería combate a aquéllas y apoya a éstas”. Por ello, en el afán de continuar construyendo el camino de la Fraternidad Universal, finalmente Rivas señala: “Los masones debemos bregar por un consenso universal en preceptos morales que constituyan una ética básica universal –por tanto, necesariamente laica– que rija eficazmente la convivencia de todos los hombres del mundo”.

         ¿Son incompatibles Masonería y Religión?, de Alejo Neyeloff (ex Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina), es una conferencia cuyo alcance didáctico apela incluso a hacerse entender, instruir y convencer a masones y profanos. Neyeloff parte de otro antecedente: la relación entre la filosofía y la masonería, también sus diferencias y aportes a la sociedad: “El masón utiliza la filosofía porque ella enseña el saber por la vía de la razón, tomando una dimensión particular por ser la ciencia de la totalidad de las cosas en su búsqueda por conocer sus causas finales.  Los masones deben sacudirse de sus vestiduras el polvo de sus preconceptos al ingresar a la Logia, para que los objetivos de su filosofía, de la filantropía y sus metas de progreso para la humanidad sean mejor comprendidos y no entorpezcan el proceso de su aprendizaje”.

        Precisamente, para ese proceso de aprendizaje personal del masón y de la Masonería como corpus espiritual e institucional, donde no inciden “las verdades reveladas que sí aceptan las religiones positivas”, como enfatiza Nayeloff, hay otro aporte muy interesante que hace Jorge Milans en su trazado Una prospectiva masónica de la filosofía, la ciencia y la religión; porque además de establecer relaciones y delimitaciones entre estas disciplinas de estudio y la Masonería, pone especial atención al arte como capacidad máxima de lo humano y al Arte Real como necesidad y diferencial masónico. Y ese Arte Real no se reduce a la búsqueda de una belleza ni de un deleite estéticos; sino que, como Milans cita de Vaz Ferreira, a través de la simbología masónica o acompañado de ésta, es el Arte de “aprender a pensar y discutir con el objeto de llegar a la verdad cuando sea posible, [y] cuando no, al estado mental que corresponda”.

        Es quizás desde y con el vigor y la actitud de esa capacidad de pensamiento que Milans argumenta y demuestra, cómo la Masonería se ubica más cerca o forma parte del hecho cultural y no del proceso civilizatorio; pues éste último, según Milans, siempre ha sido más afín a las religiones y su estructura, que “es una concepción que tiene implícito el concepto de dominio”. Por ende, de lo anterior se infiere que en el camino de la fe iniciática hay un rigor liberador. No de sometimiento, pero sí dentro de los límites de la regularidad masónica. No ajeno a la envergadura y los grados de la institución; pero sí atento a un camino de independencia y acompañamiento. Y ese rigor liberador y ese camino, en palabras de Milans se definen: “La masonería no tiene atajos, no existen en ella quienes partan diez kilómetros más adelante o cien escalones más arriba, ya sea por capacidades ‘adicionales’, beneficios de herencia, lisonjas o riqueza alguna”. Por eso la propuesta de Milans no se reduce a valorar los “antiguos límites” fundacionales e imperecederos, sino que además piensa y desea una Masonería con capacidad de generar “nuevos límites” acordes con su mejor futuro.

         Con otras perspectivas más didácticas, historicistas y pragmáticas ofrecemos otras colaboraciones que se ocupan de describir y analizar directamente contenidos de la regularidad masónica. En este sentido, recomendamos varios trabajos, por ejemplo: Regularidad Masónica de Grandes Logias, Logias de la Obediencia y del Masón; donde, en el contexto de un seminario para Vigilantes y Expertos, se analizan varios tópicos ineludibles del tema. Entre otros, cómo “el movimiento de exigir la regularidad masónica para aceptar como tal a una Gran Logia fue iniciado por las Grandes Logias de los Estados Unidos de América y luego fue seguido por la Gran Logia Unida de Inglaterra (G:.L:.U:.I:.), considerada por muchos como la Gran Logia Madre. Ésta última en 1929 promulgó las normas de reconocimiento que hoy son aceptadas por la inmensa mayoría de las Grandes Logias del mundo, salvo por el Gran Oriente de Francia y otras Grandes Logias consideradas irregulares.

        También en este trabajo se mencionan las condiciones que deben cumplir las Potencias Masónicas que soliciten reconocimiento en la jurisdicción inglesa, los componentes de la gradación de la regularidad y la regularidad masónica y ritual. De este último asunto se dice: “el concepto de regularidad masónica deber ser una realidad no sólo al momento del levantamiento de columnas de una Logia Simbólica, sino también al tiempo de su funcionamiento como tal, respetando y haciendo respetar los rituales aprobados y vigentes”.

         Un trabajo descollante es La regularidad masónica y el volumen de la ley sagrada, escrito por Oscar Figueredo, Santiago Torres y José Garchitorena; quienes, además de definir la regularidad masónica, indagan en los antecedentes históricos de su surgimiento, en las diferencias entre las Grandes Logias de Inglaterra y Francia, y en la historia de la Masonería uruguaya y su regularidad (ganada, perdida y otra vez recuperada en 1990). Este trabajo cierra con un tópico fundamental: “La regularidad masónica y el volumen de la Ley Sagrada”. Al respecto, finalmente sus autores dicen: “para el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la Biblia no es el Libro de una religión revelada, sino un útil de trabajo masónico que simboliza lo finito y lo infinito, lo contingente y lo permanente, lo material y lo espiritual”.  Además, la “Biblia ofrece la síntesis de todo lo que existe entre los dos polos del equilibrio  de la Iniciación, simbolizados por la Escuadra y el Compás”.

        Como un correlato del trabajo anterior, Oscar Figueredo en La Regularidad Masónica. El proceso uruguayo  indaga más en los dos tópicos que anuncia el título (especialmente en el segundo); y, aunque por otra vía y con otros argumentos, termina con una reflexión similar a la anteriormente referida de Jorge Milans: “Nos preguntamos si en el futuro las reglas que sostienen la regularidad seguirán aplicándose tal como existen (…) o nuevamente deberán atemperarse para abarcar o comprender situaciones típicas de este siglo XXI”.

        También relacionado con el tema anterior encontraremos la tercera entrega de Las masonerías en el mundo contemporáneo, esta vez dedicado a investigar la introducción de la Masonería en América del Norte y la conformación de las Grandes Logias de Estados Unidos.

         Queridos hermanos lectores: muchos otros trabajos, colaboraciones, libros nuevos y noticias podrán encontrar este mes en nuestras secciones. Para que sepan qué estamos preparando para el próximo y envíen sugerencias y colaboraciones, anunciamos que el tema central en marzo será “Masonería y fundamentalismos religiosos y políticos”.

        Finalmente, queremos recordar que hoy 7 de febrero se cumple el primer mes del brutal asesinato ocurrido en Francia, donde tres militantes extremistas de Al Qaeda irrumpieron a balazos y con gritos de venganza en el semanario satírico Charlie Hebdo y mataron a diez periodistas y dos policías. Vaya pues este breve y sentido reconocimiento a Stéphane Charbonnier (el director asesinado) y a las demás víctimas de éste y otros atentados terroristas, pasados y recientes, en París y en cualquier parte del mundo. También ratificamos que GADU.ORG tiene un compromiso constante de práctica y reconocimiento de la libertad de expresión.

Como siempre, los convocamos para que GADU.ORG sea otro lugar de encuentro y diálogo.

 

Alfredo Corvalán

 

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