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En Memoria de Alfredo Corvalán (10 Ago 1935 – 24 Jul 2023)

Construir para cambiar el mundo

Posted on Sep 8, 2014

En esta oportunidad, presentamos la reedición de la entrevista hecha al Doctor Alfredo Corvalán durante la Feria Internacional del Libro Buenos Aires, 2008, y que fue trasmitida por Radio Continental, el 9 julio de ese año. Tanto tiempo después, los temas abordados y las respuestas de Corvalán siguen aportando a la historia y al presente de la Masonería.

Definiciones y redefiniciones sobre Masonería

¿Qué lo motivó a escribir todos estos libros que tienen como eje a la masonería?

Los libros que he escrito acerca de la masonería obedecieron a un sentido de justicia hacia la Orden Iniciática, como una forma de reintegrar un poco de lo mucho que ella me dio, y, en particular, a mi Logia Madre: la Logia Fe del Oriente de Montevideo, donde me formé como masón y, por ende, como iniciado en el camino del perfeccionamiento espiritual.

En muchos sitios de Internet dedicados a la masonería, si uno busca una definición de esta organización, encuentra muchas palabras que se repiten: organización filosófica, filantrópica, humanista, etc. Si usted tuviera que definir la masonería, ¿utilizaría estos términos?

Son miles los sitios en Internet que hacen alusión a la Francmasonería, por ende se multiplican las definiciones de la misma. Definiciones que algunas veces hacen hincapié en algunos atributos importantes de la Orden, como su filantropía o su filosofía humanista. Pero la Orden Francmasónica es mucho más que esto. Lo primero que, a mi modesto criterio, debemos distinguir son los aspectos exotéricos y los aspectos esotéricos de la Orden Masónica. En otras palabras: debemos distinguir el cuerpo y el alma. El cuerpo de la masonería (es decir: lo externo, lo visible) está constituido por sus constituciones y estatutos, conformes al Estado de Derecho, su infraestructura, sus edificios, etc. En cambio, el alma de la masonería (lo esotérico, lo interno e invisible) es lo iniciático, concretamente, el camino iniciático; que es una camino de realización espiritual, que parte del conocimiento de sí mismo, y a partir del conocimiento de sí mismo permite llegar a conocer atributos de Dios, el Absoluto, que los masones denominamos el Gran Arquitecto del Universo.

Si tuviera que definir la Masonería, la definiría con una sola palabra trascendencia. O sea, como una escuela formativa para la trascendencia a partir del inmanencia. En otras palabras: la búsqueda de la verdad a partir del conocimiento de sí mismo.

Se dice que la Masonería moderna nace en 1717, de la mano de un pastor protestante, James Anderson, quien redacta sus primeras constituciones. ¿Esto es así? ¿Hay un antes y un después de James Anderson?

Rev. James Anderson (1678-1739)

Rev. James Anderson (1678-1739)

Seguramente hay un antes y un después de James Anderson en la Masonería, pero la pregunta fundamental no es ésa, a mi criterio, sino si ese después ha sido para bien o para mal en cuanto a la autenticidad de la Orden. El propio Anderson confesó en 1720 que se había procedido a la quema de todos los antiguos documentos masónicos disponibles para evitar que cayeran en manos extranjeras, y solamente quedaron testimonios de su existencia como acto de fe.

Nadie dice cuáles amenazas podían gravitar sobre tan venerados documentos, salvo que, precisamente, se quisiera hacer desaparecer la traza de las verdaderas tradiciones, confesionalmente inasumibles por la situación político-religiosa de la Inglaterra del siglo XVIII. Recordemos que con la Revolución de 1869 se transformó Inglaterra de una monarquía absoluta, conservadora y católica, en monarquía constitucional, liberal y protestante; y que sólo pudo consolidarse en 1746, con la derrota del pretendiente Carlos Eduardo, el último de los Estuardos.

En otras palabras: muchos autores opinan que se hacía desaparecer la prueba de la predominancia del catolicismo tradicional en las logias, que se remonta a los monjes benedictinos del siglo VII. Pero también Anderson, pastor protestante, hizo desaparecer de su constitución, sin duda movido por su fe religiosa, toda referencia a las Siete Ciencias Liberales, de clara y neta procedencia helénica. Pero no pudiendo prescindir de la geometría, la quinta de la siete ciencias, Anderson optó por colocarla en el corazón de Adán. No obstante, el mismo Anderson en la historia mítica de la Orden remota sus orígenes en los albores de la humanidad.

Su primer libro se refiere a los llamados “Landmarks” o “Antiguos Límites” de la Masonería. ¿Qué son los Landmarks?

Efectivamente, mi primer libro se refiere a los landmarks de la Masonería, palabra inglesa que significa límite, marca y por extensión algo significativo, fundamental, trascendente. Es decir, los landmarks de la Masonería son los principios fundamentales de la Orden; no sólo en cuanto a su organización, gobierno y funcionamiento, sino a los principios esenciales en que se sustenta. Sirven además para discernir entre una Masonería regular (aquella que se conforma para esos principios) y otra Masonería irregular (que los ignora total o parcialmente).

Indudablemente, el más importante de estos principios es la creencia en la existencia de Dios como Gran Arquitecto del Universo. Como derivación de este principio existe otro también esencial: la creencia en la inmortalidad del alma y en la vida futura.

Según mi modesto criterio, la creencia en la existencia de un Ser Superior, Creador del Universo, es condición previa de admisibilidad, de ingreso a la Orden Masónica. Esto motiva la incompatibilidad entre Masonería y ateísmo.

Leyendo distintas obras que tienen por centro a la Masonería, encontramos distintas formas de concebirla, inclusive por parte de masones. Hay corrientes exclusivamente filantrópicas, hay corrientes racionalistas, hay corrientes esotéricas… ¿A qué se debe que haya tantos criterios distintos dentro de la Masonería?

Lo primero que debemos decir es que la Masonería es un conjunto muy complejo de cosas, en ella convergen aspectos simbólicos y componentes míticos, así como también profundas corrientes filosóficas y esotéricas. Desde sus orígenes, la Orden ha sido exitosa en la combinación de todos estos factores, pero principalmente en la integración de dos conceptos que en apariencia son antagónicos: la tradición y la razón. Quizás una de las posibles causas de la existencia de tantos criterios diferentes dentro de la Masonería (racionalistas y esotéricos, entre otros) se debe a que existen posiciones que todavía no han sabido conjugar adecuadamente esos dos grandes factores: la tradición y la razón.

Nuca debemos olvidar aquella metáfora que nos enseña que el hombre es como un pájaro que para alcanzar con su vuelo lo más alto de los cielos debe tener dos alas: la fe y la razón. La fe sin la razón es pura superstición; la razón sin la fe se agota en sí misma y es incapaz de trascender o superar las apariencias en busca de la última y única realidad, o sea, en busca del Espíritu con mayúscula, que es el sustrato de todo lo existente. No sólo es el último y supremo escalón, sino el substrato de toda la escalera.

La mujer en la Masonería

Se ha discutido mucho el hecho de la exclusión de la mujer de la llamada “Masonería regular”. ¿Qué opina usted al respecto?

Hay un principio fundamental de la Orden Masónica que nos impone como condición de admisión ser “hombre libre” y mayor de edad. Acá se emplea las palabras “hombre libre” con el sentido de especidifcar que la persona no está sumida a la voluntad de un tercero ni a vicio alguno; es decir, debe tener buenas costumbres. Esta interpretación se ajusta a la tradición masónica según lo expresa Albert Mackey en su obra Enciclopedia de la Masonería, donde compila 25 landmarks en 1856, obra que hizo suya la Gran Logia Unida de Inglaterra al establecer como Gran Logia Madre las condiciones de la Regularidad Masónica.

Tal afirmación, si bien es cierto que se encuentra mayoritariamente confirmada por la historia de la Masonería operativa, no es del todo correcta; porque existen documentos que prueban que, en casos aislados, las mujeres formaban parte de algunas logias operativas. Así los Estatutos de la Logia de Norwich (Inglaterra), en 1375, se dirigen “a los hermanos y hermanas”. No obstante, desde mi punto de vista es una realidad incuestionable que la mujer en aquellas épocas, y aún en los siglos XVII y XVIII, se encontraba en una posición de sumisión, no compatible con la calidad de “hombre libre”.

Pero el tema no debe ser abordado desde el punto de vista de la “igualdad jurídica” de los sexos, pues se refiere a una esfera de la realidad más íntima que la regulada por las normas jurídicas. Debemos tener en cuenta que la Orden ofrece a sus miembros un camino de perfección espiritual que no es otro que el “camino iniciático”. Por ende, el vínculo que se establece en el seno de la logia no es simplemente comunicacional ni puramente verbal, en el ámbito de conciencia superficial; sino que también es un vínculo de comunión, donde la diferencia del ser masculino o femenino adquiere mayor protagonismo.

No se trata de un ateneo o un club de debate, sino de Masonería, Orden iniciática por naturaleza, y donde la realidad subjetiva (esotérica) es de particular importancia. Por ello creo que la mujer puede encontrar en la logia una vía iniciática, pero entiendo que debe separarse la iniciación de hombres y mujeres,porque el trabajo en logia propone, tácitamente, un proyecto de construcción personal que debe diferenciarse, ya que la arquitectura interior del hombre y de la mujer no son iguales. Se trata de caminos paralelos que deben recorrerse por separado, constituyéndose logias exclusivamente masculinas y otras exclusivamente femeninas.

Vínculos entre templarios y masones

Hace algunos años usted publicó La Orden del Temple y la Masonería. ¿Es de la opinión que hay un nexo entre ambas órdenes?

La Masonería es un conjunto muy complejo de cosas, como dije antes, en ella convergen aspectos simbólicos y componentes míticos, así como también profundas corrientes filosóficas y esotéricas. Entre otras, se encuentran corrientes de origen templario que también abrevaron en fuentes de la Tradición Primordial.

Está suficientemente acreditado que en el curso de toda su historia los templarios mantuvieron estrechas relaciones con ciertas logias de los oficios artesanales, sobre todo con la rama llamada los Hijos de Salomón. Tan estrecha fue la relación entre los templarios y los Hijos de Salomón, que éstos incluso recibieron de aquéllos la regla de su cofradía. No los unía solamente la construcción de las catedrales góticas. Los templarios les encargaron también la construcción de sus granjas, sus encomiendas, sus castillos y sus capillas en toda Europa.

Con la supresión de los templarios, los Hijos de Salomón perdieron muchos de los privilegios jurídicos y exenciones que disfrutaban. También los templarios que en Francia e Inglaterra consiguieron escapar de la primera oleada de prendimientos recibieron ayuda de los gremios de constructores. Y aunque pueden hallarse vínculos entre éstos y la orden suprimida en muchos países, las huellas más evidentes son las que se encuentran en Escocia. En la historia de la familia de los St. Clair de Roslin encontramos los lazos más evidentes entre los templarios, los antiguos oficios de constructores y los francmasones.

Andrew Sinclair, en La espada y el grial (1994), demuestra que tuvo acceso directo a los testimonios irrefutables de la fusión de los templarios (o por lo menos una parte de ellos) con los masones de Escocia. En todas partes de Escocia donde tuvieron los templarios se pueden encontrar tumbas masónicas en los cementerios, y a veces representaciones del Templo de Salomón. La fusión de los templarios con los masones está escrita en piedra por toda Escocia. Está escrita también, sobre todo, en la capilla de Rosslyn. Allí proliferan los símbolos templarios junto con los emblemas masónicos.

Capilla Rosslyn (1440-1480)

Capilla Rosslyn (1440-1480)

Otros de los autores que aportaron sólidas evidencias de la estrechas relaciones entre los templarios y los masones fue el francés Paul Naudon (1915-2001). En su obra Los orígenes religiosos y corporativos de la francmasonería (1979), en especial en los capítulos VI y VII, prueba, documentadamente, la estrecha relación entre el Temple y los masones operativos.

Andrew Michael Ramsay (1686–1743)

Andrew Michael Ramsay (1686–1743)

Es importantísimo señalar que Andrés Miguel de Ramsay (1686–1743), célebre masón, dirigió en 1753 un discurso trascendental a las primeras logias de la Masonería especulativa de Francia, señalando a los cruzados en Tierra Santa (en clara referencia a los templarios) como el núcleo humano y lugar sagrado donde se había configurado la Francmasonería y, además,relacionó sus orígenes remotos con los antiguos misterios, tanto de Egipto como de Grecia. Sucede que Ramsay había sido preceptor (educador, profesor) de la casa del duque de Bouillon, descendiente de Godofredo de Bouillon, que había sido el primer Rey de Jerusalén en 1099, y por ende disponía de fuentes informativas de primera mano. No hay que olvidar que Ramsay es el precursor de los grados filosóficos de la Orden, muchos de ellos basados en la tradición templaria.

En uno de sus libros usted se adelantaba unos años al furor desatado por El Código Da Vinci, tocando temas como el de la descendencia de Jesús y María Magdalena, y el Priorato de Sion. ¿Existe en verdad el Priorato de Sion en la actualidad?

El libro mío que usted se refiere es La Orden del Temple y la Masonería, que mencionó antes, y que en verdad, como se expresa en el prefacio, es la recopilación de siete conferencias sobre el tema que años atrás di en la Logia Fe, donde estudiamos la Orden del Temple, tanto sus aspectos exotéricos como esotéricos. Es verdad que nos adelantamos algunos años a los temas abordados en el libro El Código Da Vinci, porque acudimos a las mismas fuentes, como por ejemplo: los estudios de Sir Laurence Gardner, experto en genealogía sagrada, pero con diferente estilo. En realidad, soy partidario de la investigación seria y no de la novela.

En todo esto, hay elementos importantes como los documentos depositados en la Biblioteca Nacional de Francia, que consisten en árboles genealógicos y documentos relativos a la Orden de Sión y a lo que se conce como el Priorato de Sión. De un análisis de esta documentación los investigadores llegaron a conclusiones importantes. Una de ellas es la importancia de una figura clave “Godofredo de Bouillón”, que conquistó Jerusalén y fuera su primer rey. Él fundó en 1099, la Orden de Nuestra Señora del Monte Sión, de la cual surgió, en 1118, la Orden del Temple. Godofredo de Bouillon es descendiente directo del rey merovingio Dagoberto II rey de Austracia, entre 674 y 678. Recordemos que los reyes merovingios, de los cuales era descendiente directo Godofredo de Bouillon, lo eran, a su vez, de María Magdalena y de Jesús de Nazaret, descendiente del rey David por la rama de su padre José.

Según esta visión, la misión secreta del Priorato de Sión, y por ende la Orden del Temple, fue preservar la herencia real y davídica del linaje merovingio. En una obra reciente, El origen judío de las monarquías europeas, el historiador español Joaquín Javaloys demuestra que las monarquías más importantes de Europa, incluidas las actuales españolas e inglesa, tienen ascendencia judía al estar emparentadas con la Casa de Rey David, la misma a la que perteneció Jesús.

Este extraordinario secreto, posiblemente conocido y guardado por una élite aristocrática y por la cúpula de la Iglesia Católica, tuvo su origen en el siglo VIII, cuando el príncipe judío exilarca Makhir David, establecido en un principado al sur de Francia con el nombre de Teodoric I, contrajo matrimonio con Auda Martel, hermana de Pepín el Breve, padre de Carlomagno. Esta alianza fue la manera de legitimar una dinastía, la carolingia, y adquirir potestad de gobernar «por derecho divino»a todos los pueblos de la cristiandad. De este modo el concepto de realeza adquiría un significado más profundo, pues emparentarse con esta dinastía implicaba emparentarse con el linaje del Mesías. Después, y a raíz de sucesivos matrimonios, fueron originándose las distintas ramas dinásticas que han forjado y gobernado Europa durante siglos.

Según su criterio, ¿la Masonería puede cambiar el mundo?

El objetivo fundamental de nuestra Orden es la construcción simbólica del Templo de la Fraternidad Masónica Universal, y que éste albergue a todos los hombres del mundo; sin distinción de sexo, razas, políticas, religiosas o de nacionalidad. Para lograr tal fin, debemos cambiar el mundo, haciéndolo más justo y solidario.

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